
El rol del economista en el mundo moderno
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Julieth Sánchez | 21 de Noviembre, 2014
Erika Londoño | Mérida - Venezuela
Todos estamos envueltos en una realidad inamovible. No podemos dejar de vivir en un mundo de pobreza, desigualdad y predominio del consumo desenfrenado. El ahora es exacto, es una realidad concreta en la que nos desenvolvemos e intentamos hacer lo mejor posible, a partir y a pesar de ella. Sin embargo, tenemos la potestad para cambiar las situaciones futuras. Lograr disminuir los índices de mortalidad infantil y de propagación del VIH es una tarea que debemos emprender hoy. El logro del mañana se cultiva en el ahora.
Los centros de educación universitaria son los templos por excelencia de la generación de relevo de las plazas de trabajo mundiales. Algunos de los estudiantes de la carrera podrían convertirse en ministros, consejeros del presidente, embajadores, gobernadores o funcionarios públicos. En nuestras aulas de clase se encuentra el talento y el deseo de construir un país y un mundo mejor. Pensando en esto cabe preguntarnos ¿Está cumpliendo la universidad con su responsabilidad de educar al economista del mañana a través del saber, saber ser y saber hacer? ¿O en su lugar, está dejando que la apatía, el cinismo, el desprecio y la poca motivación a la excelencia reine en una generación que está de cara al cambio en la próxima década?
En este sentido Econoenfoque quiere realizar su aporte, buscando una conexión más intima entre el estudiante y la realidad mundial. Permitiendo realizar debates e intercambios de ideas sobre algo más profundo que las leyes de oferta y demanda. Este artículo, que surgió como premisa al primer conversatorio realizado durante el semestre, busca ser una puerta y un llamado a la reflexión sobre un tema tan profundo y a la vez sencillo como lo es el rol, el deber y el papel del economista en la sociedad.
Para comprender estos puntos debemos recordar algo: la organización que se está llevando a cabo en este comienzo de siglo es de escala mundial, estamos dejando atrás los arraigos patrióticos y estamos dejando que el capital domine los mercados, permitiendo que el recurso humano circule tan rápido como éste se lo permita; así, un venezolano puede ser el rector del MIT o un holandés puede realizar trabajos de ingeniería en el teleférico de Mérida. Tocado este punto y entendiendo la coherencia en la que se articula el nuevo mundo es pertinente analizar ¿Qué se está haciendo desde la Universidad de Los Andes para insertar al futuro economista en el campo de trabajo mundial? O más importante aún, y sin eludir nuestras propias responsabilidades ¿Qué está haciendo cada uno de nosotros, hoy, para entrar a ese mercado mundial de trabajo? El mundo es más grande que Mérida y que Venezuela, recordémoslo siempre.
Ahora bien, para adentrarnos en un tema tan complejo y subjetivo como lo es el rol del economista debemos recordar cómo se ve a la economía desde su nacimiento. Lionel Robbins define la economía como la “ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos”. Todos sabemos que la asignación y distribución de los recursos de manera eficiente es el tema central del estudio de la economía, pero hay asuntos más profundos y entrañables dentro de esta afirmación, asuntos que se pueden llamar filosóficos, teóricos y subjetivos.
La economía es una ciencia social que se sirve de muchas herramienta para su estudio y aplicación, muchos creen en la matemática como materia central de la economía, y podría serlo, pero es aún más importante el conocimiento estadístico. La economía, como toda ciencia, tiene la obligación y el deber de mostrar sus descubrimientos en el lenguaje de la ciencia pura. Las relaciones determinísticas permiten encontrar una vinculación entre el mundo de los fenómenos humanos y las variables científicas. La correcta utilización de esta herramienta permite que los eventos económicos que se observan puedan ser agrupados en una teoría. Para tener una idea más clara del papel importante (mas no protagónico) de la matemática en la vida del economista tenemos las palabras de Asdrúbal Baptista:
“En toda circunstancia es necesaria una importante dosis de cautela. Los fenómenos económicos, por ser esencialmente históricos y por ser inseparables de la trama política de la sociedad, ofrecen prontas limitaciones al uso indiscriminado de la matemática. Poseen ellos un grado de complejidad que sobrepasa con creces cualquier fenómeno del mundo natural, lo cual les hace poco susceptibles al tratamiento matemático”.
Es así como la estadística y la econometría toman un lugar de suma importancia para el economista del mundo moderno. La estadística es matemática aplicada al mundo de lo aleatorio e incierto del comportamiento humano. Es un instrumento para expresar los fenómenos económicos de una forma más acertada. Pasemos ahora al mundo econométrico: la econometría, resultado de cierta perspectiva sobre el papel que juega la economía, consiste en la aplicación de la estadística matemática a la información económica para dar contenido empírico a los modelos construidos por la economía matemática y obtener resultados numéricos (Tintner, 1968). Las regresiones econométricas permiten que la ciencia explique el comportamiento humano, a través de herramientas de fácil manejo y adaptación a las realidades particulares. Un buen economista debe conocer estos instrumentos que su ciencia ha mejorado con el paso de los años, de igual forma debe tener convicción de su capacidad para mejorarlas, nuestra ciencia es dinámica, no hay espacio en ella para rigurosidades. Tengamos en cuenta, sin embargo, que hay muchos vacíos en la presentación de los datos econométricos que imposibilitan su uso indiscriminado para explicar la realidad, es allí donde entra el papel fundamental del la historia.
La historia permite el conocimiento de un evento concreto del pasado, con características particulares que puede ser utilizado como referencia para predecir el futuro, un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, es por esto que las variables como la inflación, el desempleo, la pobreza, el estancamiento del PIB son variables que se pueden explicar a través del ojo del ayer. No es casualidad que en los años noventa en Venezuela se tuviera una realidad concreta que se relaciona, en buena medida, con los problemas que se enfrentan hoy día. El economista que no conozca la historia de su país, y más específicamente, la historia de su ciencia, no podrá realizar predicciones, y estará sometido a la imprecisión de sus afirmaciones.
Pero toda historia tiene un componente subjetivo. La historia la escriben los ganadores. ¿Cómo saber que un hecho pasado fue bueno o malo? A partir de las consecuencias podemos estudiar la eficiencia de un evento político o de una medida económica. Sin embargo, los juicios de valor concebidos a partir del hecho histórico tienen un amplio componente filosófico. El economista no puede estar desligado de los grandes cuestionamientos que alberga el ser. Pensando solamente en la justicia de la distribución debe preguntarse el economista ¿Qué es la justicia? ¿Quién debe pagar el precio de una política económica? ¿Qué es correcto para el pobre, para la industria, para el Estado? La certeza de una afirmación tiene entrañada una cantidad indefinible de subjetividad, estará determinada por la educación y el contexto que haya tenido la persona que lo emite. Es por esto que el hacedor de política económica debe tener presente que los juicios de valor son tanto necesarios como peligrosos, no se puede juzgar la realidad ni presente ni pasada ni querer influir sobre la futura a partir del concepto que se tiene, como individuo, de bienestar. Es en este punto donde el economista debe tener un espacio en su mente para el estudio de la sociedad, y donde debe aplicar su capacidad de concertación para las distintas ideas y necesidades que los distintos estratos de la sociedad le demandan.
La observación cotidiana fue lo que permitió a Jevons encontrar el concepto de precio de equilibrio entre oferta y demanda en una plaza de mercado. Esto da luz de que el comportamiento cotidiano nos da respuesta a muchas de las cuestiones teóricas que albergamos en nuestra mente, una conversación común, un comentario al azar en un banco, una discusión en un salón de clases nos puede dar un indicio de reacción aleatoria ante una política económica específica. El economista debe observar, y escuchar antes de hablar. La sociedad será la causa de sus razonamientos y le permitirá, si observa con atención, encontrar las respuestas a las preguntas que ella misma genera. Así, el entorno donde nos desenvolvemos actualmente, está lleno de acontecimientos que pueden ser de provecho para el actual estudiante de economía, solo es cuestión de observar y analizar, desde posiciones imparciales, las posibles causas y consecuencias de los mismos.
Por otra parte, las exigencias que esta carrera amerita también empiezan a ser más amplias, el campo laboral así lo exige. El economista se desempeña en un ámbito de incertidumbres, donde su amor o compasión por las cosas, debe verse influenciada por la razón. Y aunque las realidades son a veces de un sabor amargo, el economista siempre buscará amplificar el bienestar.
Cabe destacar que el papel del economista está también presente en otros insignes representantes del mundo en general, no se restringe al análisis microeconómico y macroeconómico. Los conocimientos del economista deben abarcar grandes ciencias, para poder emitir decisiones e ideas que sean representativas en los aportes al cambio. Dado que la visión del economista es imprescindible para evaluar las consecuencias de las distintas acciones, somos nosotros la herramienta humana que puede propiciar el cambio que el mundo moderno requiere.
Pero, ¿de qué forma realmente los estudiantes de economía, o los estudiantes en general, somos capaces de aportar las ideas necesarias para alcanzar esto? Si estamos en un momento de cambio, si la tecnología está en su alza en el tiempo, si los jóvenes ahora tienen una capacidad de aprendizaje que no se compara a tiempo atrás, ¿cuál sería el medio, o la forma para hacer el cambio? Pero no de una forma irreal, todos queremos cambiar al mundo, pero ¿desde qué posición queremos hacerlo? Es aquí donde entra el aprovechamiento de las herramientas que el mundo moderno nos ofrece, donde debemos aliarnos al cambio y dirigirlo hacia el objetivo deseado-posible que materialice el fin de nuestra ciencia.
El conformismo no tiene cabida para un economista, deben hacerse interrogantes y analizar constantemente el entorno de su cotidianidad, deben leer a los nuevos y a los viejos, deben buscar mejorar cada teoría, en fin, la economía es dinámica, y con ella el economista debe serlo aún más. Ahora, ¿Qué tan dinámico estamos siendo actualmente para llevar un ritmo igualitario a las fluctuaciones económicas que se presentan? ¿Cómo podemos aprovechar el entorno para el estudio de la economía?
Para culminar esta síntesis, debemos dar luz sobre un factor que puede ser la respuesta a algunas de las cuestiones anteriores, y que sin duda, condiciona el desenvolvimiento del estudiante de hoy día, nos referimos a la motivación: ¿Qué nos motiva a ejercer una opinión distinta, o simplemente aceptar la información que se nos imparte? ¿Qué nos motivó a llegar aquí? ¿Qué nos motiva a la excelencia?
Finalmente, ¿Qué rol, deber y papel llevaremos a cabo, una vez siendo economistas de profesión?