top of page

Venezuela: la economía del control y el descontrol inflacionario

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

Manuel Roa | 19 de Dic, 2014

 

 

Controles de precios, control cambiario, control en los índices de ganancia; la economía venezolana se define a través de la palabra “control”, y a pesar de eso ya son 15 años continuos donde la inflación en el país se expresa en dos dígitos, en contraste con países vecinos como Colombia, Ecuador o Brasil, quienes registraron tasas inflacionarias entre 1,94% y 5,91% en 2013. Los números de inflación en Venezuela representan aproximadamente ocho veces el promedio de la región según cifras del Fondo Monetario Internacional y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

 

El método utilizado por el gobierno para desacelerar la inflación, ha sido el de pretender controlar a través de la promulgación de decretos o leyes, cualquier variable involucrada alrededor de este indicador económico, como es el caso de la nueva Ley Orgánica de Precios justos, promulgada el 23 de enero de este año, que sustituye a la Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios, y a la anterior Ley de Costos y Precios Justos, promulgada en el año 2011. Sin embargo, este andamiaje legal no ha podido contener  la tendencia inflacionaria, pues durante los últimos dos años esta ha demostrado una dramática aceleración como se aprecia en el Gráfico 1, mientras el promedio interanual de inflación durante 2008 y 2012 era 26,6%, para agosto de 2014 la inflación interanual es de 63,3% según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta tendencia demuestra la ineficiencia de los controles impuestos para atenuar el ascenso de la inflación, como expone el economista Angel Alayón, director del portal web Prodavinci, “este tipo de controles no sirven para reducir la inflación porque no ataca sus causas; los precios regulados se rezagan con los costos, debido a que las autoridades encargadas no modifican los precios de acuerdo con los cambios en esos costos, lo que pone en riesgo la viabilidad de producción y desestimula la inversión; y, finalmente, la escasez que resulta del desestimulo a la producción termina incrementado los costos reales de adquisición de los productos al consumidor”.

 

La política del control unilateral, no solo se ha expresado en la promulgación de decretos o leyes para el control de precios o ganancias; también se ilustra en la nueva relación financiera que mantienen el Ejecutivo Nacional, el BCV, y Petróleos de Venezuela (PDVSA); producto de reformas legales, en la actualidad, el Ejecutivo ha logrado controlar tanto el BCV como a PDVSA y usarlos en favor de mantener el alto nivel de gasto público, “PDVSA ha asumido directamente gastos que corresponderían al Ejecutivo, como el financiamiento de parte de las misiones sociales o el manejo de empresas del Estado en sectores distintos a la energía”, explica la economista Barbara Lira. Esta realidad ha ocasionado una serie de distorsiones monetarias y fiscales, que forman una columna importante al momento de encontrar explicación a esta escalada inflacionaria.

 

Mucho dinero y poca producción

 

La última cifra proporcionada por el Banco Central de Venezuela (el 27 de diciembre de 2013) indica que la liquidez cerró en 1,2 billones de bolívares: 68,6% más alta que los 715,7 millardos de bolívares registrados al finalizar 2012. El incremento es casi 8 puntos porcentuales mayor al presentado entre 2012 y 2011, cuando la cantidad de dinero circulante mostró un alza de 60,8%.

 

La propensión al gasto se ha incrementado exponencialmente, sin embargo éste no se ha orientado a la ampliación de nuestras capacidades económicas productivas, “gran porción del gasto público proviene del ingreso fiscal petrolero, y éste a su vez se destina a cubrir en su mayoría al gasto corriente (sueldos y salarios, subsidios y transferencias, pagos de interés, entre otros)” explica el economista Oscar Morales.

 

Un ejemplo ilustrativo de esta realidad es el hecho de que el gasto que más ha crecido en los últimos años ha sido la ayuda financiera a PDVSA. Entre enero de 2010 y mayo de 2014, la asistencia financiera a PDVSA ha crecido 2.521%. Estas cifras de aumento progresivo del gasto público contrastan con el descenso en el Producto Interno Bruto del país en 2013, que se ubicó en 1,3%, como lo indica el Gráfico 2, creando serios desequilibrios monetarios, “el Gobierno tiene un gasto que supera por mucho al ingreso y en buena parte lo cubre con dinero inorgánico que imprime el Banco Central”, explica el economista, Asdrúbal Oliveros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este incremento desproporcionado del gasto público en relación con el crecimiento de la producción económica en Venezuela, solo contribuye al aumento del efecto inflacionario; “la velocidad con que constantemente crece la liquidez monetaria en nuestra economía supera más que ampliamente a su capacidad de uso, haciendo que esta sobre abundancia incida sobre el valor del dinero, produciendo la pérdida de su valor en una relación que es inversamente proporcional al tamaño de la masa monetaria. Es decir; a mayor cantidad de dinero disponible para comprar bienes y servicios escasos o inexistentes, menor será su poder de compra”, expone el economista Rómulo Lander Hoffmann.

 

La realidad de la inflación no solo se concentra en las determinantes macroeconómicas, los números trascienden a realidades específicas, donde los venezolanos ven afectada progresivamente su capacidad adquisitiva; así los mecanismos propios de la economía de control, como el gasto público expansivo o el control de precios y ganancias, que en primera instancia buscan proteger a los más desfavorecidos, terminan por ser causas determinantes de la inflación galopante que sufre el país, según economistas.

 

La inflación: el impuesto de los pobres

 

El  Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV), precisó que en julio de este año la canasta básica se ubicó en 21.572 bolívares, lo que refleja un aumento de 1.011 bolívares en un mes. Esta alza representa un aumento de 4,9%. Refieren que se requieren 5.1 salarios mínimos para poder adquirir la canasta básica.

 

El Cendas atribuyó el alza de la canasta básica al incremento de cinco de los siete grupos que integran la misma: Educación (8,4%); Alimentos (6,1%); Vestido y Calzado (4,4%); Artículos de Higiene Personal y Limpíeza (3,6%) y el alquiler de Vivienda (2,0%).

 

Esta realidad le imposibilita el acceso a buena parte de los bienes y servicios a las personas menos favorecidas económicamente, así la inflación funciona como un movilizador social en sentido negativo, trasladando cada vez a más personas hacia la pobreza y en última instancia a la pobreza extrema, en la medida que la mayoría de los bienes y servicios se vuelven inalcanzables para la mayoría de las personas, como consecuencia del crecimiento generalizado de los precios.

 

Ejemplo de esta premisa es el aumento en los números de pobreza expuestos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado, donde la pobreza pasó de 21,2% a 27,3% de finales de 2012 hasta el año pasado, que representan 1,79 millones más de personas pobres, informó el organismo estatal en su página de internet.

 

Según el INE, el indicador de pobreza extrema también se incrementó al pasar de 7,1% en el 2012 a 9,8% en el 2013, lo que equivale a unas 733.000 personas más en pobreza extrema. Así se observa una evidente relación entre inflación y pobreza.

 

 “Hace un año en mercado gastaba 4.000 bolívares, ahora no baja de 10.000 y en mi casa sólo somos tres personas,  hemos dejado de comprar exquisiteces, solo se compra lo necesario, vamos de mal en peor”, expresó la señora Carolina Maldonado, docente, en un concurrido supermercado de la ciudad de San Cristóbal; la última frase de su declaración guarda la preocupación de gran parte de los venezolanos que no solo ven critica la situación económica del país, sino que perciben que la tendencia va camino hacia la profundización de la crisis; percepción respaldada por las proyecciones de los economistas, quienes auguran para el próximo año, una hiperinflación, es decir una inflación de tres dígitos.

 

El 2015 y el fantasma de la hiperinflación

 

El presupuesto presentado por el vicepresidente para el Área Económica y ministro de Finanzas, Rodolfo Marco Torres, para el año 2015 contempla mejoras sustanciales respecto a lo que ha sido este año, al considerar que la economía crecerá 3%, y que la inflación, perderá fuerza hasta ubicarse entre 25-30%.

 

No obstante, esta visión optimista difiere por completo de la de la mayoría de las firmas especializadas y entidades financieras, quienes proyectan un escenario donde la inflación podría llegar a los tres dígitos.

 

Para Luis Vicente León, economista, y presidente de la firma Datanálisis, “la situación económica venezolana se complica exponencialmente cuando se une un desequilibrio causado por la aplicación de un modelo de control ineficiente (que desató inflación y desabastecimiento teniendo altos precios del petróleo), sumado a una caída del precio del petróleo que viene a complicar las cuentas fiscales de la Nación.”

 

“Luego de tantos años de rezago en las medidas será imposible evitar ajustes severos de los precios para poder garantizar abastecimiento, sin duda el mercado tendría ajustes de tres dígitos que, por lo menos para un año, serían una proyección muy probable”, agregó León.

 

Por su parte Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, expresó que su empresa estima como escenario base para el 2015, que el Índice Nacional de Precios al Consumidor registrará una variación de 96,1; esto como consecuencia de tres factores claves, “primero el impacto de una muy probable devaluación, a llevarse a cabo en el primer trimestre del próximo año; segundo una mayor expansión monetaria, que buscará financiar el gasto parafiscal, asociado con la campaña electoral de las venideras elecciones parlamentarias; y por último, se debe tomar en cuenta los ajustes periódicos de precios que debe hacer el Gobierno –sobre todo en un entorno de inflación tan alta y volátil– del precio de los bienes y servicios regulados” explico Oliveros.

 

Así, pese a que los controles de precios y ganancias, parecen ser aceptados por la población como un mecanismo de solidaridad gubernamental, por sus efectos a corto plazo, estos terminan en última instancia perjudicando a las personas menos favorecidas, pues este tipo de medidas no termina por atender las verdaderas causas del efecto inflacionario; ya son 15 años que nos indican que la inflación no se controla por decreto.

    bottom of page